Sunday, 29 April 2012
Saturday, 28 April 2012
Friday, 27 April 2012
capitulo 6 - cam
6.
En casa, ya un poco más tarde, no debía hacer nada. Tuve mucha tentación de tomar el regalo de Jake, la moto e irme a La Push. Pero Dean estaba sólo conmigo, mis padres acostumbraban a llegar juntos y algo tarde los días de semana.
En ocasiones como esta extrañaba mucho a Nate.
Pensaba en mi hermano mayor, cuando la voz de Dean me sacó de mis cavilaciones.
-¿No viene Max hoy, Cam? O Jake.-preguntó a la vez que se sentaba en la mesa. Le pasé un tazón con cereales que era lo que quería y me senté a su lado.
-Nop. Me abandonaron.-contesté de broma. Dean me miraba con fijeza.
-Pero…Jake dijo que vendría.-comentó con inocencia. No lo tomé mucho en cuenta.
-¿Cuándo, Deannie?
-En el teléfono.-dijo llevándose una cucharada de cereal a la boca.
Lo pensé un segundo. ¿Al teléfono?
-Disculpa, Dean… ¿Jacob llamó?
Él asintió.
-Pero, ¿Qué dijo?
-Que iba a venir.-contestó sin añadir nada.
-¿Y? ¿Nada más?
-Que te lo dijera.
-¡¡Dean!! ¡¿Por qué no lo hiciste?!
-¿Estas enojada?-preguntó con voz asustada. Suspiré.
-No, tranquilo… ¿Cuándo iba a venir?-procuré hablar más pausadamente.
Dean abrió la boca para contestarme pero el timbre nos interrumpió.
-Ahora.-dijo Dean y se rió. Le sonreí enternecida, y él saltó de la silla y corrió a abrir la puerta. No se molestó en preguntar quién era.
-¡Dean!-advertí pero él ya había abierto.
-¡Hola Dean!-se escuchó a Jacob con su alegría de siempre. Oírlo me hizo sentir alivio.
-¡Jacob!-mi hermanito saltó y me mejor amigo lo alzó en sus brazos. Me aproximé riendo al verlos.
-Me alegro que hayas venido a ver a Dean, se sentía solo.-le comenté en broma.
-Hola, Cam.-me saludo dejando a mi hermanito en el suelo y entrando a la casa. En solo dos segundos estaba envuelta en uno de sus apretados abrazos.
Le devolví el abrazo con fuerza y sonriendo.
-¡Te extrañé!-exclamé al separarnos y él también sonrió.
-Yo también, Camie-rió.
-¿Por qué Jacob siempre tiene la piel tan caliente?
Ambos bajamos la vista para verlo.
-Es que está siempre al sol, Dean.-contesté riendo y Jake rió conmigo.-Vamos, vamos adentro.
Nos sentamos en el living, Dean arrodillado en el suelo y dibujando un rato. Ahí le empecé a preguntar:
-¿Cómo es que pudiste venir?
-Me escapé de la manada… Ellos no saben que estoy aquí.
Asentí y sonreí.
-Me alegro que vinieras.-Jake me miró a los ojos y me devolvió la sonrisa.
-Quería venir.-repuso sonriente aun.
-¿Para contarme las infinitas cosas?
Él rió y asintió.
-Pero también porque te extrañaba.
Iba a decirle que yo también lo había echado de menos, y que era muy tierno, pero mi hermano se apresuró a intervenir:
-¡Estoy aburrido!-se quejó.
Hice una mueca, mirándolo.
-Dean, ahora no…
Dean hizo un puchero. Era muy bueno: resultaba irresistiblemente adorable. Me morí el labio.
Jake se rió.
-Vamos a entretenerlo.-propuso mirándome.
-Pero Jacob…reproché.-¡Sigues retrasando las cosas!
Él pasó un brazo por detrás de mi espalda y me estrechó hacia él.
-De hoy no pasa.-murmuró en mi oído. Comencé a sonrojarme.-Te lo prometo.-lo vi sonreir.
No pude no devolverme esa sonrisa.
-Okay.
Jake besó mi mejilla y luego se dirigió a Dean.
-¿Qué quieres hacer?
Él se subió al sofá donde nosotros estábamos y se quedó ahí de pie, mirándolo. Parecía estar pensando.
-¿Podemos jugar a las escondidas?-preguntó al fin. Yo reí muy bajito y Jacob sonrió para si mismo.
-Vale.
Dean se puso contento y saltó del sillón.
-¿Quién cuenta?-nos sonrió.
-Yo.-se ofreció Jake y rodé los ojos. ¿Por qué le gustaban tanto los juegos para niños?
-Eres un niño todavía.-le dije riendo y me levanté.
-Shhh.-me hizo callar riendo.
Jacob contó en el muro de la cocina. Yo no tenía un lugar pensado, hace años que no jugaba a las escondidas. Dean, en cambio, corrió y se ocultó debajo de la mesa del comedor. Se veía perfectamente, pero él no lo sabía.
De pronto noté que me había quedado ahí, parada. Asustada, di unas zancadas más allá y me escondí detrás de las cortinas. Se me veían perfectamente los pies asi que tuve que taparme la boca para no reirme de mi misma.
Cuando Jake gritó: “¡Ahí voy!” no se oía nada de nada. Pero cuando entró al lugar donde estábamos, se escuchó su sonora carcajada. Tuve que morderme la lengua para no reirme con él; era obvio que ya nos había encontrado a los dos.
Él no dijo nada.
-¡Maldición!-fingió quejarse. ¿Olvidaba que Dean tenía solo 5 años?-Creí que se esconderían aquí. Pero no los veo…
Oí sus pasos a la vez que pensé con ternura: “Es tan… infantil!”
Creí que iría primero por mi, para que Deannie ganara y se terminara el juego o algo así, pero lo que pasó me dijo lo equivocada que estaba.
-¡Ja! ¡1, 2, 3 por Dean!-exclamó Jake. Pestañeé confundida.
-¡No es justo!-reclamó Dean.
-Tú la contarás, pequeño.
Escuché el exagerado suspiro de Dean y en ese instante alguien abrió la cortina de golpe.
-Tambien te encontré, Camie.-susurró Jacob sonriéndome. Puse los ojos en blanco y lo golpeé con suavidad en el hombro.
-Tonto.
Él rió.
Mi hermano apareció detrás de él y con voz de reproche me preguntó:
-Camieee… ¿No puedes contar tú?
Miré a Jacob y luego al pequeño.
-Claro que s…
-¡No, Dean!-me interrumpió Jacob. Lo miré sorprendida.-Te he pillado a ti primero. Vamos, contar es parte del juego.
Dean también lo miró algo confuso pero luego asintió una vez diciendo:
-Vale.-se dio media vuelta y se fue a la cocina.
-¿Por qué hiciste eso?-le pregunté seria a Jake y enarcando una ceja.
Me observó pero no respondió. De la cocina se escuchó un “¡UNO!”
Dean solo sabía contar hasta doce. Había muy poco tiempo.
Parecía que Jake había pensado en lo mismo, pues me tomó de la mano y rápidamente me tiró corriendo escaleras arriba. Lo seguí un tanto divertida. Arriba, abrió de un empujón el cuarto de Dean y de un tirón su armario. No me soltó la mano en ningún momento, y así me empujó con delicadeza adentro. Soltó por fin mi mano y cerró las puertas. Se escuchó un leve “¡Salí!” del piso de abajo.
El armario era estrecho. Mi respiración y la de él chocaban.
-¿Por qué has hecho eso?-susurré buscando sus ojos en la oscuridad. Los míos comenzaban a acostumbrarse a la penumbra.
-Es divertido esconderse, ¿no?-comentó mirándome evandiendo mi pregunta.
Arrugué un poco el ceño.
-¿Por qué…? ¿Por qué ignoras mis…?
No me dejó acabar. Se llevó un dedo a los labios indicando que me callase y luego con el pulgar señaló hacia afuera. Dean venía subiendo las escaleras.
Me acomodé un poco en el pequeño espacio que teníamos. Este juego me ponía nerviosa.
Ambos agudizábamos el oído, mirando los ojos del otro sin desviar ni un segundo la vista.
Entonces de pronto, él deslizó sus brazos por mi cintura y me besó.
Capitulo 6 / Max
Esperaba a Cam, que me pasaría a buscar ya que yo no tenía bencina, en la entrada con Jeremy. Él no quiso irse antes que yo.
La vi agitar su mano y abracé a mi hermano.
-Gracias –murmuré en su oído-. Cuídate.
-También tú.
Corrí hacia mi amiga y la saludé con un abrazo.
-¡Hola! –saludé-.Te ves horrible. ¿Dormiste algo?
-Algo –rió restregando sus ojos-. ¿Vamos?
-Sip.
Cam bostezó unas mil veces mientras caminábamos. La miré y me reí.
-¿Qué hiciste ayer? –pregunté.
-Nada de nada.
-¿Y por qué estás tan cansada?
-Laaaarga historia –evadió-. ¿Tú qué hiciste ayer?
-¿No estuviste con Jacob? –no la miré. Aparté un mechón de pelo que se fue a mi cara.
-No, desapareció –dijo encogiéndose de hombros-. ¿No me dirás entonces que hiciste tú?
Entrabamos al instituto.
-Es que hice nada –repuse al fin. Seguía sin mirarla.
Como todavía faltaban unos minutos para entrar, nos sentamos en una banca que prácticamente era nuestra a esta hora.
Hablábamos de mis padres, en su típica ausencia y de su hermano, Nate. Hace tiempo que no lo ve.
Me puse a buscar mis audífonos en mi bolso y cuando los encontré, Cam me dio un leve codazo.
-¿Max?
-¿Hum?
-¿Quién es?
Levanté la vista, un tanto distraída, pero al verlo no pude dejar de hacerlo. Él estaba apoyado en un árbol cerrando su chaqueta de cuero negra.
-¿Y bien? –insistió Cam.
Lo miré con atención. Ese cabello rubio, esa postura arrogante, la ropa, la expresión… No las había visto juntas en alguien de aquí…
-No lo sé. Es nuevo… -supuse sin dejar de mirarlo.
De no ser porque pasó detrás del chico rubio, no habría visto el Volvo plateado de la persona que menos quería ver…
Edward Cullen.
-Es lindo –dijo de repente Cam.
Volví a mirarlo. Realmente era guapo. Luego de un instante dije:
-Veamos en que clases coincidimos –teníamos que coincidir en algo como mínimo.
Por el rabillo del ojo vi a mi amiga sonreír de una forma burlona.
-Está bien –comentó.
El profesor de biología hoy hizo lo de siempre, dar las clases más aburridas del día. Esta e suna de las clases que no tengo con Cam.
En un esfuerzo por mantenerme despierta, saqué un audífono y me lo puse. El profesor ni se entera, pues me siento casi al final y mi pelo oculta en cable.
Mientras tomaba unos vagos apuntes, la puerta se abrió y entró el chico rubio del árbol. Se acercó al profesor y éste apuntó hacia el puesto vacío detrás de mí.
El chico caminó por la sala hasta sentarse.
Mostré indiferencia, no como las otras chicas de la clase y apoyé la cabeza en una mano.
“¿Cómo entró a mitad de la hora?” –pensé- “Qué más da, ya queda menos para el almuerzo”.
Sentía sus ojos clavados en mí, así que guardé el audífono y me enfoqué en concentrarme en clases.
-Antes de continuar, –dijo el señor Hayes- les presento a su compañero Jace Wayland.
Indicó con la mano al chico atrás mío.
Veía a todas las chicas mirarlo por lo menos una vez.
Yo no lo hice.
-¿Te topaste con el chico de la mañana? –Me preguntó Cam -¿Estuvo en alguna de tus clases?
Estábamos en el último recreo y yo abría una bebida.
-En biología si estuvo. Entró en mitad de la clase.
-En inglés también.
-Y se llama Jace, Jace algo –vi a los Cullen pasar, pero sin Edward –O eso dijo él.
-¿Por qué crees que está aquí?
-No tengo idea –contesté buscando a Jace o a Edward con la mirada, por distintos motivos.
-¿Lo estás buscando? –Cam rió.
La miré fijamente.
-No es cierto. No a él.
-¿A Edward?
-Siempre están hablando de mí –interrumpió el aludido.
-Hola –dije con la garganta seca y tono cortante.
-Hola Edward –Cam usó un tono un tanto… ¿Molesto?
-Cam, ¿sigues enfadada por lo de ayer? –dijo él.
¿Qué?
-Yo…
-¿Qué pasó ayer? –interrumpí curiosa… Y preocupada.
-Edward me hizo una visita. Fue a molestar.
-Qué linda –replicó él con sarcasmo.
-¿Qué le hiciste? –Salté- ¿De qué hablaron?
-¿No le dijiste nada? -¿A quién se dirigió Edward con esa pregunta?
-De eso hablamos; de lo que no dicen –masculló Cam.
-¿Qué? Edward… -me asusté- ¿Ella sabe?
-¿Qué cosa? –preguntaron al unísono.
-Mejor me voy –él se levantó y desapareció.
Fruncí el ceño y se hizo un silencio incómodo.
-Qué raro está.
-¿De verdad que tú no sabes nada? –pregunté preocupada.
Ella suspiró.
-¿A qué diablos se refieren? –preguntó frustrada.
Suspiré.
-Ojalá Jace no sea así de insoportable, como Cullen –comenté. Necesitaba cambiar el tema.
Otro silencio.
-¿Vas a hablarle a Jace? –me preguntó luego de unos minutos.
-Hum… -la miré de reojo. Asentí.
-De ahí me contarás –sonrió luego de asentir. Una sonrisa pequeña.
-Sí, tenlo por seguro –sonreí.
Justo en ese momento sonó el timbre para entrar a clases.
-Ok, chicos, yo armaré los grupos –dijo el entrenador luego de tocar su silbato.
Todos nos acercamos. La verdad es que nadie estaba trabajando bien con sus grupos.
-Tú, Wayland –le dijo a alguien. Por alguna razón me sonaba- pareces atleta.
Con el comentario del profesor, varios voltearon a verlo.
-Con Max, Brooke… -agregó el entrenador- y Thomas.
Di un pequeño paso hacia adelante.
-¿Cuál Max? –preguntó alguien.
Y era cierto. También estaba Max Kushner, además de mí, pero como los grupos eran de dos mujeres y dos hombres, era obvio que era yo a quien se refería el entrenador.
-¿Acaso ves dos hombres y dos mujeres? –preguntó sarcástico.
-No…
-Max Brontë, obviamente.
Le dio la pelota a Thomas y nos fuimos a jugar Handball. Resultó que Wayland, el con “cuerpo de atleta”, era Jace.
Y no era exageración el comentario. A través de su camiseta, se notaban sus músculos.
El grupo era bastante bueno, con Brooke y Thomas ya había hablado antes, y Jace…
-Él es nuevo, ¿no? –me susurró Brooke. Yo asentí.
Como si nos hubiera escuchado, Jace volteó en nuestra dirección. No sé qué cara debimos haber puesto, pero él sólo nos miró unos segundos.
-¿Empezamos? –Esta vez era Thomas quien hablaba.
-Empecemos –dije y me puse en posición.
El ejercicio salió bastante fluido. Pude ver que a Cam la pusieron con Nathan y otro chico y una chica con los que debo haber hablado una vez, Marie y Daniel.
Mis compañeros fueron a tomar agua, así que me puse a mirar a los demás. A alguien se le desvió la pelota en mi dirección, la atrapé y se la lancé.
-Buen tiro –comentó alguien a mi espalda.
Me volteé y era Jace.
-Gracias.
Sus ojos eran dorados, dorados como el oro. No pude dejar de mirarlos… Y compararlos con los de Edward. Me odié por eso.
Entonces noté que él me miraba fijamente también.
-No te había visto antes –dije sin pensar.
-Yo sí.
-¿Ah?
Debí haber puesto una cara de mucha incredulidad porque empezó a reír.
-En biología –me recordó- Me senté detrás de ti.
-Oh, cierto –reí.
Como respuesta recibí una sonrisa. Y sus ojos seguían clavados en mí.
-Soy Max –sonreí.
-Jace –seguía sonriéndome.
-Creo que ya lo sabía –reí nuevamente.
Su risa me acompañó. Un agradable sonido.
En ese momento el profesor dijo algo, pero no le entendí, así que seguí con la conversación.
-¿Por qué viniste? A este instituto, digo.
Recogió nuestra pelota y se me acercó.
-Espérame y te contaré.
Sonrió de nuevo y se fue a la bodega.
-¡Max!
Era Cam que me llamaba desde el otro lado del gimnasio. Con unos pocos gestos le dije que esperaría a Jace. Intercambiamos unas sonrisas y se fue justo cuando él volvía.
Cams
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