Friday, 23 December 2011

Capitulo 1


"Perfecto -pensé- ahí viene Edward otra vez"
            Aceleré el paso, ya que él me buscaba. Edward es un chico muy simpático y tierno, sin considerar lo guapo; su cabello color cobrizo, perfectamente despeinado, su piel color tiza, sus ojos dorados, que a veces eran negros, sus facciones perfectas, le daban una belleza sobrehumana.
            Esa es la palabra perfecta: sobrehumana, inhumana, sobrenatural, cualquier palabra parecida, ya que Edward no es humano.
            -¡Max! -gritó él cuando me vio. Para él no es nada dfícil, con sus sentidos super desarrollados.
            Me volteé y fingí que no lo había visto.
            -Ah, Edward -mentí dando gracias por ser inmune a su poder, leer mentes- No sabía que me buscabas.
            Él me alcanzó y seguimos caminando hacia el estacionamiento.
            -¿Te llevo? -preguntó cuando estuvimos cerca de su Volvo- Ah, esperas a Cam ¿no?
            -No, ella se quedará hasta más tarde -me arrepentí al segundo de decirlo.
            -¿Entonces? -insistió.
            -Bueno -accedí pensando en no querer caminar sola.

            Edward condujo y permanecimos en silencio hasta mitad de camino. Por primera vez, él mantuvo una velocidad adecuada a un pueblo. Y Forks, es un pueblo nada grande.
            -¿Qué piensas? -preguntó.
            -Cuándo fuiste de caza? -pregunté ignorando su pregunta, la cual no pensaba contestar.
            -Ayer -contestó haciendo una mueca. No le gusta hablar del eso- ¿Por qué preguntas?
            -No sé -me encogí de hombros- Tus ojos están muy dorados.
            Y el silencio volvió.
            Edward me acompaña siempre que puede, sé que le gusto. A mi me gustó un tiempo, pero fue hace mucho. Mucho antes de saber lo que era, un vampiro.
           
            Pero no es como cualquier vampiro, él y su familia, los Cullen, son lo que se podría decir "vegetarianos". Ellos sólo beben sangre animal, eso explica el color de sus ojos, ya que los vampiros "normales" los tienen rojos debido a la sangre humana.
            Edward es, como decirlo, guapísimo. Él y sus hermanos adoptivos, Rosalie, Alice, Emmett y Jasper, lo son, es uno de los efectos de ser lo que son.
            En ese momento sonó mi móvil, ya que Cam, mi mejor amiga, me envió un texto. Este decía:
           
            Gracias por esperarme ¬¬, menos mal que Jake decidió pasar por mí

            Yo me reí e, ignorando la mirada de Edward, le respondí:

            Que buen que alcanzó a llegar, él me dijo que no tardaría y lo planeamos. De nada (;

            Edward puso su música favorita; una antigua.
            -Espero que no te moleste -dijo mirándome.
            -No, en absoluto -respondí con una sonrisa, que él devolvió.
            "¡Hasta sus dientes son perfectos!" pensé.
            Otro mensaje de Cam:

            ¡Y no me avisas! ¿Cómo te fuiste?

            Al cual respondí:

            No habría sido sorpresa (: ... Edward me trae.

            Y su último mensaje fue:

            Suerte...


            Con un suspiro guardé el móvil y, al mirar por la ventana noté que habíamos pasado hace mucho mi casa.
            -Edw... -intenté decir.
            -Lo sé -me interrumpió.
            -¿A dónde me llevas? -pregunté con una nota de preocupación en la voz.
            -Ya verás -dijo mirándome con una sonrisa pícara en su rostro.
            Suspiré y miré por la ventana. Habíamos salido del centro de Forks y pasado su casa.
            -¿A dónde vamos? -insistí mientras empezaba a entrar en pánico. Creo que estaba exagerando, pero no pude dejar de sentirme así.
            -Tranquila -me miró- ¿No confías en mí?
            -Sí, lo hago -respondí.
            Si he de reconocerlo, a veces sentía que me gustaba aún. Y éste era uno de esos momentos.

            Entramos por un sendero y anduvimos bastante rato. Edward me miró en más de una oportunidad.
            -Desde aquí debemos caminar -me dijo deteniendo el auto. Bajó de él y en menos de un segundo estuvo junto a mi puerta abierta extendiendo la mano para ayudarme a bajar.
            -Gracias -dije apoyándome en su fría mano.
            Caminamos durante media hora hasta que él se detuvo y dijo:
            -Pensé que te cansarías antes -comentó.
            -¿Crees que no puedo hacer una simple caminata? -bromeé.
            -Sinceramente, un poco.
            -¡Oye! -repliqué fingiendo indignación, empezando a caminar lejos de él.
            Me afirmó por la cintura y dijo riendo:
            -Ya bueno.
            Me zafé de su presa y pregunté:
            -Entonces, ¿a dónde vamos? ¿O me trajiste para hacerme caminar?
            -Sube -respondió indicando su espalda.
            -¿Es en serio?
            -Sí.
            -¿Es seguro? ¿Qué pretendes hacer? -el pánico volvió sin que lo pudiera detener.
            -¿No confías en mí? -ignoró mis preguntas.
            -Sí. Y si sigues preguntándomelo, creeré que tú no lo haces.
            -Entonces no dudes de mí -volvió a indicar su espalda.
            -Ok -contesté y me acerqué a él, que me ayudó a subir. Luego agregó:
            -Sujetate, y cierra los ojos.
            -¿Qué? -pregunté alarmada. Él rió bajo y le obedecí en seguida, asustada por lo que pretendía hacer.

            Sentí un leve movimiento, sonido de hojas y una pequeña brisa. Intenté abrir los ojos, pero por el fuerte viento, que había considerado una leve brisa, no pude.
            -¿Qué sucede? -susurré con los ojos apretados, al igual que mis puños entorno al cuello de Edward.
            -Abre los ojos lentamente.
            -Lo hice y casi grito al ver que íbamos a estrellarnos contra un árbol, pero no fue así. Íbamos corriendo, más bien Edward lo hacía, a una velocidad increíblemente rápida.
            Veía los árboles pasar a mi lado tan rápido, que apenas lograba distinguirlos.
            Edward se detuvo y me ayudó a bajar de él.
            -Wow -comenté.
            -¿Te gustó? -preguntó después de reír al escuchar mi comentario y ver mi expresión de asombro.
            -¿A quién no? -reí bajo.
            -Ahora -dijo acercándose por detrás y cubriendo mis ojos con sus manos- Yo te guiaré.
            -Está bien.

            Caminé, guiada por Edward, que estaba pegad a mí, unos cuantos metros y él dijo:
            -¿Lista?
            -Emm... Supongo.
            -Mira -dijo al tiempo que destapada mis ojos.
            -Oh... Por... Dios... -exclamé.
            Estábamos frente a un claro lleno de flores que recibía la luz directa del sol.
            -Debe ser el único lugar por aquí con tanto sol -comenté- Es hermoso.
            Las flores, de muchos colores y formas, perfumaban el ambiente y lo alegraban.
            Avancé hasta las flores y me volteé para ver a Edward. Él sonreía.
            -¿No vienes?
            -Max -contestó- Ven un momento.
            -¿Qué sucede? -pregunté mirándolo a los ojos.
            -Hace dos semanas te conté lo que soy ¿no? -yo asentí- Pues ahora te demostraré una característica de nosotros.
            -¿A parte de tu super velocidad?
            -Sí -rió- Mira esto.
            Me soltó, ya que me sujetaba por el antebrazo, y dio un paso hacia el claro. Cuando estuvo bajo el sol me quedé sin palabras.
            -Tu piel.... -murmuré- Brilla...
            Su piel brillaba como si tuviera millones de cristales incrustados en cada centímetro. Algo más que agregar a su belleza.
            Levanté mi mano y pasé mi dedo suavemente por su rostro. Su piel seguía tan fría como siempre, sin importar que brillara bajo el sol.
            Él hizo lo mismo con su dedo cuando retiré el mío. Recorrió con su frío dedo la mitad de mi rostro cuando, después de pestañear un par de veces, di un paso hacia atrás y miré las flores para disimular que me ruboricé, pero estoy segura que lo notó.

            Caminamos hasta el centro del claro y me senté con las piernas cruzadas. Él se sentó a mi lado, pero mirando hacia el lado contrario con las piernas extendidas.
            Después de unos minutos de incómodo silencio pregunté:
            -¿Cómo conocías este lugar?
            -Andaba por el bosque y lo encontré -se encogió de hombros- Me gusta venir cuando quiero estar solo.
            -Ah... Es muy lindo.
            Luego de unos minutos, él preguntó:
            -¿Qué piensas?
            Reí bajo.
            -Te iba a bombardear con preguntas.
            -Dispara -dijo con una sonrisa.
            Lo miré asombrada, ya que él sabía perfectamente que era, y a mi parecer no le gustaba el tema.
            -Si tu lees mentes... ¿Los demás también pueden?
            -No. Sólo algunos tenemos "poderes" especiales, pero son distintos.
            -¿La velocidad? ¿O son otros?
            -La velocidad es de todos, es parte de nuestros sentidos de cazador, que es lo que somos. Por ejemplo, Alice predice el futuro.
            -¿De verdad? Debe ser genial.
            -Sí, pero cambia según las decisiones de las personas.
            -Ah... ¿Qué otros poderes hay?
            -Jasper controla las emociones. También hay muchos más.
            -¿Y todos tienen alguno?
            -No, se desarrollan por alguna característica que teníamos cuando eramos humanos.
            -O sea tú adivinabas con facilidad lo que pensaba la gente.
            -Probablemente.
            -¿No recuerdas? -pregunté curiosa.
            -Muy poco. Llevo como vampiro mucho tiempo.
            -Pero... -decidí no hablar.
            -¿Pero?
            -Tienes 17 años ¿no? -dije dubitativa.
            -Exacto. 17 años, hace 109 años.
            -Wow -no pude ocultar mi asombro- El tiempo no te afecta nada.
            -¿Por qué lo dices?
            Me sonrojé y miré las flores.
            -Eres más guapo que los chicos normales de 17 años.
            -Eso es porque soy vampiro -sonrió.
            -Yo creo -repliqué sonrojándome aún más, seguía sin mirarlo- que eres igual sin ser vampiro.
            Después de unos minutos, levanté la vista. Su rostro estaba no muy cerca del mío, pero menos lejos que antes y él me miraba fijamente.
            Nos miramos por unos segundos y él empezó a acercarse. Cruzó su brazo sobre mí y apoyó su mano a mi otro lado. Yo no podía moverme, una parte de mí decía "¡Corre!", no por miedo a él, si no a volver a enamorarme, y la otra decía "¡Acercate tu también!".
            Él seguía acercándose lentamente. Yo empezaba a hacer lo mismo, pero antes de que nuestros labios se rozaran. giré la cabeza y me hice un poco atrás. Él se detuvo.
            Yo presionaba mis labios, consciente de lo rojas que debían estar mis mejillas.

            -Yo... -dije volteando a verlo sin saber que decir.
            Edward se levantó y extendió su mano.
            -¿Vamos? -su expresión era neutra.
            Yo tomé su mano y me levanté. Un segundo después estaba sobre su espalda.
            -Afirmate -me advirtió. No lo dijo como orden, no parecía molesto. Yo, en cambio, avergonzada total.


            El camino de vuelta fue silencioso, solo se escuchaban las ruedas sobre el pavimento. Con el poco sol de Forks, a lo que hay que agregar que es invierno, a esa hora, siete pm., se empezaba a oscurecer. Edward se detuvo frente a mi casa.
            -Gracias por mostrarme tu lugar secreto -sonreí.
            -De nada -me devolvió la sonrisa.
            -Nos vemos -dije antes de abrir la puerta.
            Él apareció a mi lado, con la puerta abierta.
            -Tengo que acostumbrarme a tus movimientos -dije con una risita un poco nerviosa- que no puedo ver.
            Él me sonrió, luego me ayudó a bajar.

            -Bueno... Em.. -dije- Adiós.
            -Adiós -contestó.
            Se acercó lentamente a mí y sus fríos labios rozaron mi mejilla. Enrojecí completamente, de eso estoy segura, y caminé hasta la puerta de la casa. Le hice una señal de despedida con la mano y entré.
            Miré por la ventana, él se subía a su auto y se marchaba.

            -¡Llegué! -grité mientras sacaba algo para comer. La verdad dudaba que hubiera alguien, y si lo hubiera, sería lo mismo.
            Subí a mi habitación, encendí el notebook y puse música a un volumen bastante alto.

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