Saturday 19 May 2012
capitulo 7 - Max
-¿Entonces? –preguntó Cam. Se oía expectante.
-No me dijo mucho –respondí mientras me volteaba en la cama y cambiaba el teléfono de oreja- Me preguntó más de Forks y del instituto.
-¿Y cómo es?
-¿En modales y buena onda?
-Sep.
-Buena onda, educado, podría decir algo galán… Bastante –reí- y usa el sarcasmo, la ironía… En buena… –aclaré- como yo.
-¿Entonces?
-Entonces, ¿qué?
-Ay, Max, sabes de lo que hablo.
-Camie, nada –reí- No seré yo la primera, además recién lo conocí hoy.
-Ah, muy bien.
Algo en su voz era distinto.
-Camie, ¿qué te pasó hoy?
Cam rió un tanto ansiosa o nerviosa, no sabría decirlo.
-Maaaaax –suspiró.
¡¿Qué le pasaba?!
-Cam. Respira, ¿qué pasó?
-Jacob.
-Jacob…
-Él me…
-¡Besó! –La interrumpí- ¡Te besó! Te besó, ¿no?
-¡Siiiii!
-Já. ¿Ves? Yo te lo dije, él te gusta –reí.
-Y yo a él.
Esto era genial, Cam estaba realmente feliz.
-Pues felicidades, Camie –le dije.
-Gracias –por su voz pude imaginar la sonrisa en su cara.
Escuché unos ruidos por el teléfono.
-Max, debo colgar –dijo ella- Dean me necesita.
-Okie –contesté- Anda a cumplir tu deber de súper hermana mayor.
-Claro –rió- Chau.
-Adiós.
Esto yo me lo había esperado. Sonreí mientras buscaba el número de Jacob en mi celular.
-¿Aló?
-Ah… ¿Billy? –pregunté.
-Sí, ¿quién habla?
-¡Hola! Soy Max, ¿cómo estás? –saludé al padre de Jake.
-Bien, ¿y tú?
-Bien, gracias.
-¿Quieres hablar con Jacob?
-Sí.
-Lo llamo enseguida.
Debió haber tapado mal el micrófono del teléfono, porque escuché “¡Jacob! ¡Teléfono!” muy claramente.
-¿Diga?
-¡Felicidades, Jake! –saludé riendo.
-Gracias –lo escuché algo confundido.
-¿Sabes quién soy? –Como respuesta emitió un sonido de negación- Em, o sea, ¿hola? –Fingí voz de chica creída e indignada- Jacob Ephraim Black. Me ofendes.
-¿Por qué, Maxime Caroline Brontë? –reímos.
-Supondré que sabes por qué te felicito… -dije.
-Eh…
-¡Por Cam y tú!
-Supondré que te enteraste –rió.
-Dime de qué no me entero –reí con él.
-Es cierto- concluyó.
-Exacto –sonreí – felicidades.
-Gracias, Max.
Justo en ese momento sonó el timbre.
-¡Max! –Gritó Jeremy desde la otra habitación- ¿Puedes abrir tú?
-¡Claro! –exclamé.
-Jacob, debo colgar –dije al teléfono.
-Hablamos.
-Chau.
Bajé las escaleras y cuando abrí la puerta con supe cómo reaccionar.
-Hola, Max.
Sujeté la manilla de la puerta con fuerza y casi se la cierro en la cara.
-Hola –saludé con voz seca.
-¿Puedo pasar?
A modo de respuesta, me aparté y él entró.
-¿Se puede saber a qué vienes? –pregunté luego de sentarme frente a él.
¿Por qué venía? Yo no lo quería cerca.
Edward sólo dijo algo dolido:
-Qué simpática.
Rodé los ojos. No quería ser simpática con él. No iba a serlo.
Me levanté y fui a la puerta.
-Edward, tengo cosas que hacer. Si no tienes nada que decir, por favor vete.
En un segundo estuvo junto a mí, sujetando mi muñeca. Impidiendo que abriera la puerta.
-Edward… -empezaba a molestarme.
-Max –me interrumpió- Sólo quiero saber algo,
Levanté las cejas.
-¿Por qué no le contaste a Camille?
-Cam –le corregí- ¿Qué te hace suponer que no lo hice?
-Max, leo su mente.
-A lo mejor no lo pensó en ese momento.
-Max, ¿lo hiciste? –creí escuchar preocupación en su voz.
Él estaba realmente cerca de mí. De haber sido humano, habría sentido su respiración.
Negué con la cabeza.
-¿Por qué?
-Porque a diferencia de ti, -le espeté mientras soltaba su garra de mi muñeca de un tirón- yo no abuso de la confianza de los demás.
Me alejé un poco hacia el lado.
-Venga, Max, -dijo volviéndose hacia mí- fue sólo un accidente. Y no pasó nada.
Ok, eso colmó el vaso.
Me acerqué a él y lo miré fijamente a los ojos.
-Pudiste haberme matado, ¡casi lo haces! –Me cuidé de no gritar, pues Jeremy podía oír algo. Me alejé- Yo confié en ti, Edward.
El dolor pasó por su rostro.
-Max…
-No, Edward.
Abrí la puerta.
-Ándate.
-El chico de hoy…
-¿Y a ti qué? –exploté.
Lo empujé fuera y le di un portazo en la cara.
Subí las escaleras y antes de llegar a mi puerta mi hermano me atajó.
-Max, ¿era para ti?
-Sí.
-¿Quién era?
A veces Jeremy era muy sobreprotector, incluso cuando la mayor era yo.
Me volteé a mirarlo. Él estaba en pijama.
-No tiene importancia –luego sonreí- Jer, ¿me estuviste esperando?
Él se sonrojó levemente.
-¡Lo hiciste! –reí.
-¡Hey! –Se defendió riendo- Tengo que cuidarte.
-Jeremy, yo debo cuidarte, yo soy la mayor.
-No, Max. Nos cuidamos mutuamente –él hablada casi de forma paternal- siempre lo hemos hecho.
Luego se corrigió:
-Más bien desde…
-Siempre –interrumpí.
Ambos suspiramos y él miró hacia el lado. Inevitablemente noté que miraba una foto que estaba en un mueble a un lado, nosotros de pequeños… Y nuestros padres. Me quedé pegada viéndola.
-¿Los echas de menos? –Me preguntó luego de un rato.
Me volteé. Él me miraba fijamente.
-Sí… No… -Titubeé- No sé, ¿y tú?
-Creo que estamos igual.
-Ajám –confirmé.
Él bostezó.
-Ya pequeño –sonreí –a dormir.
Le golpeé suavemente el brazo. Dio un paso y se detuvo.
-Entonces, Max… ¿Quién era?
Ese cambio de tema fue inesperado.
Suspiré.
-Edward.
-¿Cullen?
-Sí.
Él debió notar mi molestia con Cullen, porque no preguntó más…
Por un minuto.
-¿Él te…? ¿Entre ustedes…?
-Nada, Jeremy. –Luego agregué- Por suerte.
-Ah, ok. Me da mala espina –bostezó nuevamente- buenas noches, Max, te quiero.
-Te quiero, Jeremy.
Al cerrar mi puerta, pateé un polerón que había en el suelo y una vez en mi cama, tiré un cojín contra el armario.
-Estúpido Edward –mascullé.
Toqué el timbre y la señora Price no tardó en abrir.
-Max, querida, ¿cómo estás? –Exclamó al verme.
-Hola, bien ¿y usted? –sonreí.
-Muy bien, pasa, mi niña.
Entré y ella cerró la puerta.
-Cam está durmiendo arriba.
-¿Aún? –pregunté.
-Sí, si quieres ve a despertarla.
-Eso haré –sonreí- permiso.
-Adelante.
Subí y al abrir su puerta me quedé boquiabierta.
-¡Cam! –exclamé no muy fuerte.
Dicho esto, le lancé un polerón que estaba tirado en el suelo, pero fallé. Le di a Jacob.
Sí, a Jake.
Él estaba junto a Cam, abrazándola por la cintura. Ella bajo las sábanas y él sobre éstas.
Se despertó y restregó sus ojos mientras yo tomaba un cojín de una silla y se lo tiraba a Cam. Esta vez no fallé.
-¿Qué…? –saltó ella y al verme se quedó inmóvil.
-Max –dijo Jake.
-¿Qué haces tú aquí? –Pregunté incrédula.
Pero él no me contestó. Seguía sonrojado.
Cam se levantó y saltó sobre el cojín que le había lanzado, que ahora estaba en el suelo junto a su cama. Me tomó del brazo, me tiró dentro de la habitación y cerró la puerta.
-Shhh, ¡mis papás no saben que él está acá, Max! –Me dijo alarmada.
-Tú sabías, ¿verdad? –pregunté.
Como respuesta sólo rió. Luego habló:
-Yo… -lo miró. Él se estiraba sentado en la cama- Yo sí.
Como réplica solté un bufido, escondiendo una risa.
-¿Y bien? –Pregunté mirándolos fijamente.
Empezaron a soltar excusas y yo me aguantaba la risa y evitaba sonreír.
-Él no…
-… Yo sólo…
-… Se iba pero…
-… Dormía y…
-Eh, ¡eh! –reí. Ellos sonrieron a modo de disculpa.
-Ya entiendo –seguí riendo y luego agregué- Sólo déjenme preguntar algo: ustedes saben que no llevan ni un día de novios, ¿no?
Cam rió y pude ver la sonrisa de Jake, incluso cuando él miraba el suelo.
Como nadie contestó, cambié el tema.
-De todos modos, Camie, ¿sabes qué hora es?
Miró la hora y se paralizó. Ese detalle no se me pasó. Nunca lo hacía.
-Ajá… Así que tú –bromeé y “amenacé” a Jake con el dedo. Él captó al vuelo y me siguió el juego- ¡Largo! Te vas o te tiro por la ventana.
Jake y Cam se miraron. Él se levantó y con un gesto con su mano, dijo un tanto distraído:
-Adiós.
-Adiós… -cuando Cam se despidió, noté que quería ir hacia él, se notaba en su mirada. Me pregunté por qué no lo hizo.
Jacob abrió la ventana, nos miró y saltó fuera.
Cam volteó a verme y nos miramos fijamente durante un minuto. Luego le sonreí y ella me abrazó exclamando:
-¡¿Parezco la persona más feliz del planeta?!
-Sí –reí.
-Pues lo soy –su risa me acompañó.
Miré el reloj de reojo, la aparté y con mis manos en sus hombros le dije:
-Cam, muévete. AHORA.
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