Mi móvil empezó a sonar. Revolví todas mis cosas hasta que lo encontré.
-¿Qué sucede Cam? –pregunté luego de ver su nombre en la pantalla.
-¿Puedes venir a ayudarme a cuidar a Dean? –preguntó. Luego añadió- Y te quedas a dormir.
-Emm, espera –abrí la puerta y miré. Sólo se veía la luz de la pieza de Jeremy, mi hermano. Como de costumbre, mis padres no estaban. Ya no me preocupaba. Volví a encerrarme en mi pieza respondiendo a Cam- Voy para allá.
-¿Tus padres…?
-No están -le interrumpí.
-Ok, te espero.
-Bye –dije y colgué.
Después de juntar mis cosas fui al cuarto de Jeremy.
-Voy a quedarme con Cam –dije asomándome por su puerta.
-Ok –dijo con la vista clavada en la pantalla de su notebook.
-Jeremy –dije atrayendo su atención mientras entraba en su pieza- ¿Sales tú también?
-Hoy no –contestó mirándome.
-Ok, adiós.
-Saludos a Cam.
-Ok.
Salí y puse todo en mi auto. Encendí el motor pensando en que otro día haría algo con mi hermano. Tenemos un año de diferencia y somos muy unidos, sin agregar que nuestros padres no están la mayoría del tiempo.
Encendí la radio y me dirigí a la casa de mi amiga.
-Hola Max –me saludó Cam con un abrazo.
-Holas –respondí abrazándola- ¿Dónde…?
-¡Maaaaaaaaaaaax! –apareció Dean gritando y corriendo a abrazarme.
-Hola Dean –lo tomé en brazos, cosa que cada día era más difícil- ¿Cómo estás?
-Bien ¿y tú?
-Bien –lo bajé- Mira que grande estás. La última vez que te vi eras más pequeño.
Cam se rió. La última vez que vi a su hermano fue hace sólo dos días, pero me gustaba ver lo feliz que se ponía, así que se lo decía siempre.
Cam y Dean me ayudaron a subir mis cosas. Bueno, él sólo llevó mi celular, pero para él era una gran ayuda.
Estuvimos con él hasta las 9:30, su hora de dormir. Lo acostamos, le leímos algo y se durmió. Luego de eso, Cam y yo vimos una película. Cuando nos reíamos, debíamos tener cuidado para no despertar al pequeño, cosa que no entiendo, ya que nos reímos mucho y no a un volumen muy bajo, pero Dean no se despertó.
Luego estábamos conversando y de repente Cam suspiró.
-¿Qué ocurre? –pregunté.
-¿Crees que está bien?
La miré con gran confusión.
-¿Ah? –luego imaginé de que hablaba- ¿Jake?
-Sip –miró el suelo.
-¿Qué pasó con Jake hoy?
-Nada –se encogió de hombros. La miré con expresión de “Ya, Cam. En serio”, así que añadió- Bueno, fuimos a La Push.
-Eso es obvio ¿no? –repliqué con sarcasmo.
-Bueno, ya. Estuvimos en su casa viendo televisión y me dio un regalo.
-¿Qué cosa? –la curiosidad de mi voz era tanta que se hubiera podido tocar.
-Una moto.
-¿En serio?
-Sí –contestó sonriendo- La hizo él.
-Qué... romántico, creo –dije riendo. Luego agregué- Le gustas. Mucho.
Ella volteó a otro lado, pero eso no impidió que viera su rostro levemente sonrojado.
-Y a ti él –comenté con una sonrisa en mi rostro.
Ella me miró nuevamente, presionó sus labios y no hizo comentario alguno, pero sus ojos la delataron completamente.
Decidimos que era hora de dormir, así que fuimos a su habitación, sacamos los sacos de dormir y apagamos la luz.
Luego de una corta conversación me volteé para dormir.
-¿Max? –murmuró Cam justo cuando empezaba a dormirme.
-¿Hum? –respondí mientras me giraba en su dirección.
-Ups, lo siento. Creí que no dormías.
-No te preocupes –me estiré- ¿Qué pasa?
Ella permaneció en silencio un momento, lo que me preocupó un poco.
-Oye, ¿estás bien? –insistí mientras me sentaba.
-Sí, claro –respondió.
La miré con cara de pocos amigos, sabiendo que no podía verme.
-Si, y a mi no me vienes con eso –suspiró- Dime, vamos… ¿Qué me querías decir?
-Nada.
En ese momento tuve que forzar la vista para verla, ya que no entraba ni pizca de luz por la ventana. Ella estaba sentada en el saco, igual que yo, pero con la espalda apoyada en la pared.
Tomé una de las almohadas tiradas en el suelo y se la arrojé. Sabiendo que le había dado advertí:
-Si vuelves a decir “nada”, será una zapatilla.
-No quiero decirlo.
Me pasó la almohada y me senté frente a ella.
-No me importa, dilo ya –me crucé de brazos.
-Lo he dicho mucho.
Ahora todo era claro como el agua.
-Ah, ya veo… -rodeé los ojos y me enderecé- “¿Crees que está bien, Max?” –la imité poniendo las manos sobre el pecha- “¿Crees que no le pasó nada malo?”
Ella rió, y luego me golpeó con su almohada. Estaba avergonzada claramente.
-Es que se fue de improviso –dijo a la defensiva.
-Vamos, Cam –comenté- No es como si se fuera a la guerra.
Nos quedamos en silencio un momento. Luego pregunté:
-¿Y en que piensas ahora? –encendí la lámpara de la mesa de noche. Ella parpadeó y agregué- No, espera, creo que ya lo sé.
Me miró pero no respondió. Luego de unos segundos me cambió totalmente el tema:
-¿Qué hicieron tú y Ed hoy? ¿No lo evitabas?
-Fuimos por ahí, a conversar –contesté cortante. ¡Por su culpa me fui con él!
-Uy, Max –sonrió burlona- ¿Qué te dijo Edward?
-Shhh –miré hacia la ventana.
-Admítelo, Max, te mueres por él.
-Mira quien fue a hablar –repliqué y no pude dejar de decir- Dime, ¿te declaraste ya a Jacob?
Reí a carcajadas. Ella me miró y contestó:
-No tendría por qué hacerlo. No me gusta Jacob.
-Lo que tú digas Cam. –Repliqué- Pero tú no te escuchas a ti misma balbucear en sueños “Jacob, Jacob”. Y no hay acaso miles de “J” en tu…
Ella me sacó la lengua y me interrumpió:
-Tú escondes algo de Edward.
Me quedé inmóvil. Recurrí a lo típico; la negación.
-Eso no es cierto.
-¿Entonces por qué siempre evitas su nombre?
Abrí la boca sin saber que decir, cuando Dean abrió la puerta, con un chirrido. Le debía algo a ese pequeño.
-¿Camie? –preguntó con tono somnoliento.
-Ven acá peque –le dijo Cam. Lo abrazó con su brazo cuando lo sentó junto a ella- ¿Qué te ocurrió?
Él se frotaba un ojo y susurró:
-Me desperté. Y creí escuchar a Nathan…
-Hum, no Dean… -Cam me miró con una expresión extraña en su rostro, pero sólo por un segundo- ¿Recuerdas de Nate fue a otro lugar? Ahora vive en Nueva York.
Después de asentir, Dean cerró sus ojos. Cam suspiró al notar que se había dormido. Comenzó a acariciar el cabello de su hermano. Por su expresión supe que estaba pensando. Probablemente en Nathan, su hermano mayor.
-Nathan se fue allá por la universidad, ¿no es cierto? –pregunté finalmente después de pensarlo un minuto.
-Em, sí, eso se supone –respondió. Supuse que había algo más.
Nunca supe bien qué era, pero supe un poco de un problema con su padre.
Cam llevó a Dean a su habitación, así que busqué mis audífonos y comencé a escuchar música. Cuando volvió me los sacó de un tirón.
-Oye, me voy a dormir. Son las doce –dijo.
-¿Y tenías que sacarme los audífonos? –reclamé.
-Sip. Si no, no sentiría el placer de molestarte –contestó riendo por lo bajo.
-Ya cállate y duérmete –dije sin evitar reír un poco.
Me sonrió y me hizo caso. No tardó en dormirse. Yo en cambio, me quedé pensando un momento. Cam notaba que ocultaba algo respecto a Edgard, lo cual era totalmente cierto.
Necesitaba contarle todo a alguien, pero no podía. A Alice le contaba cosas, pero casi nada, solo mis dudas de vampiros, para no estar con Edward. Quizás terminaría enloqueciendo…
Finalmente, apagué la luz y me dormí en mi saco.
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