Esperaba a Cam, que me pasaría a buscar ya que yo no tenía bencina, en la entrada con Jeremy. Él no quiso irse antes que yo.
La vi agitar su mano y abracé a mi hermano.
-Gracias –murmuré en su oído-. Cuídate.
-También tú.
Corrí hacia mi amiga y la saludé con un abrazo.
-¡Hola! –saludé-.Te ves horrible. ¿Dormiste algo?
-Algo –rió restregando sus ojos-. ¿Vamos?
-Sip.
Cam bostezó unas mil veces mientras caminábamos. La miré y me reí.
-¿Qué hiciste ayer? –pregunté.
-Nada de nada.
-¿Y por qué estás tan cansada?
-Laaaarga historia –evadió-. ¿Tú qué hiciste ayer?
-¿No estuviste con Jacob? –no la miré. Aparté un mechón de pelo que se fue a mi cara.
-No, desapareció –dijo encogiéndose de hombros-. ¿No me dirás entonces que hiciste tú?
Entrabamos al instituto.
-Es que hice nada –repuse al fin. Seguía sin mirarla.
Como todavía faltaban unos minutos para entrar, nos sentamos en una banca que prácticamente era nuestra a esta hora.
Hablábamos de mis padres, en su típica ausencia y de su hermano, Nate. Hace tiempo que no lo ve.
Me puse a buscar mis audífonos en mi bolso y cuando los encontré, Cam me dio un leve codazo.
-¿Max?
-¿Hum?
-¿Quién es?
Levanté la vista, un tanto distraída, pero al verlo no pude dejar de hacerlo. Él estaba apoyado en un árbol cerrando su chaqueta de cuero negra.
-¿Y bien? –insistió Cam.
Lo miré con atención. Ese cabello rubio, esa postura arrogante, la ropa, la expresión… No las había visto juntas en alguien de aquí…
-No lo sé. Es nuevo… -supuse sin dejar de mirarlo.
De no ser porque pasó detrás del chico rubio, no habría visto el Volvo plateado de la persona que menos quería ver…
Edward Cullen.
-Es lindo –dijo de repente Cam.
Volví a mirarlo. Realmente era guapo. Luego de un instante dije:
-Veamos en que clases coincidimos –teníamos que coincidir en algo como mínimo.
Por el rabillo del ojo vi a mi amiga sonreír de una forma burlona.
-Está bien –comentó.
El profesor de biología hoy hizo lo de siempre, dar las clases más aburridas del día. Esta e suna de las clases que no tengo con Cam.
En un esfuerzo por mantenerme despierta, saqué un audífono y me lo puse. El profesor ni se entera, pues me siento casi al final y mi pelo oculta en cable.
Mientras tomaba unos vagos apuntes, la puerta se abrió y entró el chico rubio del árbol. Se acercó al profesor y éste apuntó hacia el puesto vacío detrás de mí.
El chico caminó por la sala hasta sentarse.
Mostré indiferencia, no como las otras chicas de la clase y apoyé la cabeza en una mano.
“¿Cómo entró a mitad de la hora?” –pensé- “Qué más da, ya queda menos para el almuerzo”.
Sentía sus ojos clavados en mí, así que guardé el audífono y me enfoqué en concentrarme en clases.
-Antes de continuar, –dijo el señor Hayes- les presento a su compañero Jace Wayland.
Indicó con la mano al chico atrás mío.
Veía a todas las chicas mirarlo por lo menos una vez.
Yo no lo hice.
-¿Te topaste con el chico de la mañana? –Me preguntó Cam -¿Estuvo en alguna de tus clases?
Estábamos en el último recreo y yo abría una bebida.
-En biología si estuvo. Entró en mitad de la clase.
-En inglés también.
-Y se llama Jace, Jace algo –vi a los Cullen pasar, pero sin Edward –O eso dijo él.
-¿Por qué crees que está aquí?
-No tengo idea –contesté buscando a Jace o a Edward con la mirada, por distintos motivos.
-¿Lo estás buscando? –Cam rió.
La miré fijamente.
-No es cierto. No a él.
-¿A Edward?
-Siempre están hablando de mí –interrumpió el aludido.
-Hola –dije con la garganta seca y tono cortante.
-Hola Edward –Cam usó un tono un tanto… ¿Molesto?
-Cam, ¿sigues enfadada por lo de ayer? –dijo él.
¿Qué?
-Yo…
-¿Qué pasó ayer? –interrumpí curiosa… Y preocupada.
-Edward me hizo una visita. Fue a molestar.
-Qué linda –replicó él con sarcasmo.
-¿Qué le hiciste? –Salté- ¿De qué hablaron?
-¿No le dijiste nada? -¿A quién se dirigió Edward con esa pregunta?
-De eso hablamos; de lo que no dicen –masculló Cam.
-¿Qué? Edward… -me asusté- ¿Ella sabe?
-¿Qué cosa? –preguntaron al unísono.
-Mejor me voy –él se levantó y desapareció.
Fruncí el ceño y se hizo un silencio incómodo.
-Qué raro está.
-¿De verdad que tú no sabes nada? –pregunté preocupada.
Ella suspiró.
-¿A qué diablos se refieren? –preguntó frustrada.
Suspiré.
-Ojalá Jace no sea así de insoportable, como Cullen –comenté. Necesitaba cambiar el tema.
Otro silencio.
-¿Vas a hablarle a Jace? –me preguntó luego de unos minutos.
-Hum… -la miré de reojo. Asentí.
-De ahí me contarás –sonrió luego de asentir. Una sonrisa pequeña.
-Sí, tenlo por seguro –sonreí.
Justo en ese momento sonó el timbre para entrar a clases.
-Ok, chicos, yo armaré los grupos –dijo el entrenador luego de tocar su silbato.
Todos nos acercamos. La verdad es que nadie estaba trabajando bien con sus grupos.
-Tú, Wayland –le dijo a alguien. Por alguna razón me sonaba- pareces atleta.
Con el comentario del profesor, varios voltearon a verlo.
-Con Max, Brooke… -agregó el entrenador- y Thomas.
Di un pequeño paso hacia adelante.
-¿Cuál Max? –preguntó alguien.
Y era cierto. También estaba Max Kushner, además de mí, pero como los grupos eran de dos mujeres y dos hombres, era obvio que era yo a quien se refería el entrenador.
-¿Acaso ves dos hombres y dos mujeres? –preguntó sarcástico.
-No…
-Max Brontë, obviamente.
Le dio la pelota a Thomas y nos fuimos a jugar Handball. Resultó que Wayland, el con “cuerpo de atleta”, era Jace.
Y no era exageración el comentario. A través de su camiseta, se notaban sus músculos.
El grupo era bastante bueno, con Brooke y Thomas ya había hablado antes, y Jace…
-Él es nuevo, ¿no? –me susurró Brooke. Yo asentí.
Como si nos hubiera escuchado, Jace volteó en nuestra dirección. No sé qué cara debimos haber puesto, pero él sólo nos miró unos segundos.
-¿Empezamos? –Esta vez era Thomas quien hablaba.
-Empecemos –dije y me puse en posición.
El ejercicio salió bastante fluido. Pude ver que a Cam la pusieron con Nathan y otro chico y una chica con los que debo haber hablado una vez, Marie y Daniel.
Mis compañeros fueron a tomar agua, así que me puse a mirar a los demás. A alguien se le desvió la pelota en mi dirección, la atrapé y se la lancé.
-Buen tiro –comentó alguien a mi espalda.
Me volteé y era Jace.
-Gracias.
Sus ojos eran dorados, dorados como el oro. No pude dejar de mirarlos… Y compararlos con los de Edward. Me odié por eso.
Entonces noté que él me miraba fijamente también.
-No te había visto antes –dije sin pensar.
-Yo sí.
-¿Ah?
Debí haber puesto una cara de mucha incredulidad porque empezó a reír.
-En biología –me recordó- Me senté detrás de ti.
-Oh, cierto –reí.
Como respuesta recibí una sonrisa. Y sus ojos seguían clavados en mí.
-Soy Max –sonreí.
-Jace –seguía sonriéndome.
-Creo que ya lo sabía –reí nuevamente.
Su risa me acompañó. Un agradable sonido.
En ese momento el profesor dijo algo, pero no le entendí, así que seguí con la conversación.
-¿Por qué viniste? A este instituto, digo.
Recogió nuestra pelota y se me acercó.
-Espérame y te contaré.
Sonrió de nuevo y se fue a la bodega.
-¡Max!
Era Cam que me llamaba desde el otro lado del gimnasio. Con unos pocos gestos le dije que esperaría a Jace. Intercambiamos unas sonrisas y se fue justo cuando él volvía.
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